-
El demonio no sólo es un mentiroso, sino también un asesino, busca constantemente nuestra vida, y descarga su ira siempre que puede afligir nuestros cuerpos con desgracias y daños. De ahí que a menudo rompa el cuello de los hombres o los lleve a la locura, ahogue a algunos e incite a muchos al suicidio, y a muchas otras terribles calamidades. Por tanto, no nos queda otra cosa que hacer en la tierra que orar sin cesar contra este archienemigo. Pues si Dios no nos preservara, no estaríamos a salvo de él ni siquiera por una hora.