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Cuando era joven me derribaron muchas veces. Quería quedarme abajo, pero no podía. Tenía que cobrar los dos dólares por ganar o pasar hambre. Tenía que levantarme. Yo era uno de esos luchadores hambrientos. Podrías haberme golpeado en la barbilla con un mazo por cinco dólares. Cuando lleves dos días sin comer lo entenderás.