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Cuando el amor va acompañado de una profunda intimidad, nos eleva al nivel más alto de la experiencia humana. En este espacio exaltado, podemos renunciar a nuestros egos, volvernos vulnerables y conocer niveles de alegría y bienestar únicos entre las experiencias vitales. Alcanzamos a vislumbrar el éxtasis que puede ser nuestro. Las fronteras se difuminan, no hay limitaciones y nos regocijamos en la unión. Nos convertimos en uno y, al mismo tiempo, en ambos.