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Cada uno de nosotros es responsable de crear un entorno de calidez y consideración para los que queremos. Siempre he tratado de definir un buen día no en términos de uno en el que todas las cosas se hicieron bien y cómodas para mí, sino más bien, como un día en el que he sido capaz de hacer el día de otro más cariñoso y especial para él. Debemos tratar a los demás con dignidad. No porque lo merezcamos, sino porque crecemos mejor en consideración.