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Tenía treinta y nueve años. No, no envidiaba en absoluto a su yo de dieciocho años. Pero sí envidiaba, envidiaba cada día con más amargura, la auténtica independencia, la amplitud, el alcance y el valor de aquella joven.
Tenía treinta y nueve años. No, no envidiaba en absoluto a su yo de dieciocho años. Pero sí envidiaba, envidiaba cada día con más amargura, la auténtica independencia, la amplitud, el alcance y el valor de aquella joven.