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El sello distintivo de un auténtico evangelicalismo no es la repetición acrítica de viejas tradiciones, sino la voluntad de someter cada tradición, por antigua que sea, a un nuevo escrutinio bíblico y, si es necesario, a una reforma.
El sello distintivo de un auténtico evangelicalismo no es la repetición acrítica de viejas tradiciones, sino la voluntad de someter cada tradición, por antigua que sea, a un nuevo escrutinio bíblico y, si es necesario, a una reforma.