Un pájaro se mantiene en el aire por un imperceptible balanceo, cuando está cerca de las montañas o de elevados peñascos oceánicos; lo hace por medio de las curvas de los vientos que al chocar contra estos salientes, viéndose obligados a conservar su primer ímpetu doblan su rumbo recto hacia el cielo con diversas revoluciones, al principio de las cuales los pájaros se detienen con las alas abiertas, recibiendo debajo de sí los continuos embates de los cursos reflejos de los vientos.