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El espíritu de nuestro radicalismo americano es destructivo y sin rumbo; no es amoroso; no tiene fines ulteriores y divinos; sino que es destructivo sólo por odio y egoísmo.
El espíritu de nuestro radicalismo americano es destructivo y sin rumbo; no es amoroso; no tiene fines ulteriores y divinos; sino que es destructivo sólo por odio y egoísmo.