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Espacio sagrado, tiempo sagrado y algo alegre que hacer es todo lo que necesitamos. Casi cualquier cosa se convierte entonces en una alegría continua y creciente. Lo que hay que hacer, se hace jugando. Creo que una buena manera de concebir el espacio sagrado es como un patio de recreo. Si lo que haces parece un juego, estás en él. Pero no puedes jugar con mis juguetes, tienes que tener los tuyos. Tu vida debería haberte dado algunos. Las personas mayores juegan con experiencias y realizaciones vitales o con pensamientos que les gusta entretener. En mi caso, tengo libros que me gusta leer y que no llevan a ninguna parte.