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Por un lado, sabemos que todo sucede por una razón, y que no hay errores ni coincidencias. Por otro lado, aprendemos que nunca podemos rendirnos, sabiendo que con las herramientas y la energía adecuadas, podemos revertir cualquier decreto o karma. Entonces, ¿cuál es? ¿Dejar que la Luz decida o no rendirse nunca? La respuesta es: ambas.