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Hay muchas cosas de mi destino que no puedo controlar, pero otras sí están bajo mi jurisdicción. Hay ciertos billetes de lotería que puedo comprar, aumentando así mis probabilidades de encontrar la satisfacción. Puedo decidir cómo empleo mi tiempo, con quién me relaciono, con quién comparto mi cuerpo, mi vida, mi dinero y mi energía.