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Ningún pecado está necesariamente conectado con la tristeza del corazón, pues Jesucristo, nuestro Señor, dijo una vez: "Mi alma está muy triste, hasta la muerte". No había pecado en Él, y por consiguiente ninguno en su profunda depresión.
Ningún pecado está necesariamente conectado con la tristeza del corazón, pues Jesucristo, nuestro Señor, dijo una vez: "Mi alma está muy triste, hasta la muerte". No había pecado en Él, y por consiguiente ninguno en su profunda depresión.