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Los mejores consejeros, ayudantes y amigos, no son siempre los que nos dicen cómo actuar en casos especiales, sino los que nos dan, por sí mismos, el espíritu ardiente y el deseo de actuar correctamente, y nos dejan entonces, incluso a través de muchos errores garrafales, averiguar cuál es nuestra propia forma de actuar correctamente.