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  • Si nos deslizamos hacia uno de esos raros momentos de honestidad militar, nos daremos cuenta de que las exigencias técnicas de la guerra moderna son tan complejas que un porcentaje considerable de nuestro material está destinado a funcionar mal incluso antes de ser desplegado contra un enemigo. Ya no malgastamos mano de obra llevando la bandera a la batalla. En su lugar, necesitamos batallones de ingenieros electrónicos que mantengan en marcha la terrible maquinaria.