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Sería el mayor deleite de los serafines amontonar arena en la orilla del mar o arrancar malas hierbas en un jardín por toda la eternidad, si descubrieran que tal es la voluntad de Dios. Nuestro Señor mismo nos enseña a pedir hacer la voluntad de Dios en la tierra como los santos la hacen en el cielo: "Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo."