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Los peores pecadores, según Jesús, no son las rameras y los publicanos, sino los líderes religiosos con su insistencia en la vestimenta y el aseo adecuados, su cuidadosa observancia de todas las normas, su preciosa preocupación por los símbolos de estatus, su estricta legalidad, su piadoso patriotismo... el corte de pelo se convierte en la prueba de la virtud en un mundo en el que Satanás engaña y gobierna mediante las apariencias.