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Lo que hace a un gran atleta de resistencia es la capacidad de absorber la vergüenza potencial y sufrir sin quejarse. Descubrí que si era cuestión de apretar los dientes, sin importarme lo que pareciera, y superar a todos los demás, ganaba. No importaba de qué deporte se tratara: en una carrera en línea recta y a larga distancia, podía ganar a cualquiera. Si era un festival de sufrimiento, se me daba bien.