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A veces los hombres se sienten heridos por los elogios, porque asignan un límite a su mérito; pocas personas son lo bastante modestas como para no ofenderse de que alguien les aprecie.
A veces los hombres se sienten heridos por los elogios, porque asignan un límite a su mérito; pocas personas son lo bastante modestas como para no ofenderse de que alguien les aprecie.