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A menudo me pregunto si no depositamos demasiado nuestras esperanzas en las constituciones, en las leyes y en los tribunales. Son falsas esperanzas, creedme, son falsas esperanzas. La libertad reside en el corazón de los hombres y las mujeres; cuando muere allí, ninguna constitución, ninguna ley, ningún tribunal puede salvarla; ninguna constitución, ninguna ley, ningún tribunal puede siquiera hacer mucho para ayudarla. Mientras esté ahí, no necesita de ninguna constitución, ley o tribunal que la salve.