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Entre tres quintos y dos tercios del presupuesto federal consisten en quitar propiedades a un estadounidense para dárselas a otro. Si un particular hiciera lo mismo, lo llamaríamos robo. Cuando lo hace el gobierno, lo llamamos eufemísticamente redistribución de la renta, pero eso es exactamente lo que hacen los ladrones: redistribuir la renta. La redistribución de la renta no sólo traiciona la visión de los fundadores, sino que es un pecado a los ojos de Dios.