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No es casualidad que el capitalismo haya traído consigo el progreso, no sólo en la producción, sino también en el conocimiento. El egoísmo y la competencia son, por desgracia, fuerzas más fuertes que el espíritu público y el sentido del deber.
No es casualidad que el capitalismo haya traído consigo el progreso, no sólo en la producción, sino también en el conocimiento. El egoísmo y la competencia son, por desgracia, fuerzas más fuertes que el espíritu público y el sentido del deber.