Las estrellas también son buenas. Ojalá pudiera conseguir algunas para ponérmelas en el pelo. Pero supongo que nunca podré. Te sorprendería saber lo lejos que están, porque no lo parecen. Anoche, cuando aparecieron por primera vez, intenté derribar algunas con un palo, pero no llegaba, lo cual me asombró. Luego probé con terrones hasta que me cansé, pero no conseguí ninguno. Hice algunos tiros de cerca, porque vi la mancha negra del terrón navegar justo en medio de los racimos de oro cuarenta o cincuenta veces, apenas les faltaba, y si hubiera podido aguantar un poco más, tal vez podría haber conseguido uno.