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Sabemos que existe un infinito, pero desconocemos su naturaleza. Como sabemos que es falso que los números sean finitos, es por tanto cierto que existe un infinito numérico. Pero no sabemos de qué clase; es falso que sea par, es falso que sea impar; porque la adición de una unidad no cambia su naturaleza; sin embargo, es un número, y todo número es par o impar (esto ciertamente es válido para todo número finito). Así pues, podemos saber perfectamente que existe Dios sin saber lo que es.