-
No todos los seres vivos mueren. Una ameba, por ejemplo, no tiene por qué morir nunca; ni siquiera tiene por qué, como ciertos generales, desvanecerse. Simplemente se divide y se convierte en dos nuevas amebas.
No todos los seres vivos mueren. Una ameba, por ejemplo, no tiene por qué morir nunca; ni siquiera tiene por qué, como ciertos generales, desvanecerse. Simplemente se divide y se convierte en dos nuevas amebas.