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Porque la esencia del pecado es el hombre sustituyéndose a sí mismo por Dios [Gen. 3:1-7], mientras que la esencia de la salvación es Dios sustituyéndose a sí mismo por el hombre [2 Cor. 5:21]. El hombre se alza contra Dios y se pone donde sólo Dios merece estar; Dios se sacrifica por el hombre y se pone donde sólo el hombre merece estar.