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Se insistirá en que el árbol silvestre e inculto, que hasta ahora sólo ha dado frutos agrios y amargos, nunca podrá darlos mejores; sin embargo, sabemos que el arte del injerto implanta un árbol nuevo en el tronco salvaje, produciendo lo que es más estimable en especie y grado. La educación, del mismo modo, injerta un hombre nuevo en el tronco nativo, y mejora lo que en su naturaleza era vicioso y perverso en cualidades de virtud y valor social.