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Los ciudadanos estadounidenses son instrumentos en la realización de un tráfico de africanos esclavizados, igualmente en violación de las leyes de la humanidad y en desafío de los de su propio país. Los mismos motivos justos y benévolos que produjeron la interdicción en vigor contra esta conducta criminal, sin duda los sentirá el Congreso al idear otros medios para suprimir el mal.