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Siempre he procurado que me comprendieran y, cuando me echaban en cara críticas o colegas, pensaba que tenían razón, dando por sentado que no había sido lo bastante claro para que me entendieran. Esta suposición me permitió trabajar toda mi vida sin odio e incluso sin amargura hacia la crítica, independientemente de su fuente. Contaba únicamente con la claridad de expresión de mi trabajo para conseguir mis fines. El odio, el rencor y el espíritu de venganza son un equipaje inútil para el artista. Su camino es lo suficientemente difícil como para que limpie su alma de todo lo que podría hacerlo más difícil.