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  • Alguien dijo una vez que si se sentara a un millón de monos ante un millón de máquinas de escribir durante un millón de años, uno de ellos acabaría escribiendo todo Hamlet por casualidad. Pero cuando encontramos el texto de Hamlet, no nos preguntamos si vino del azar y de monos. ¿Por qué entonces el ateo utiliza esa explicación increíblemente improbable para el universo? Evidentemente, porque es su única posibilidad de seguir siendo ateo. En este punto necesitamos una explicación psicológica del ateo más que una explicación lógica del universo.

    Peter Kreeft (1988). “Fundamentals of the Faith: Essays in Christian Apologetics”, p.26, Ignatius Press