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  • La transición de la religión a la contemplación científica es un salto violento y peligroso que no debe recomendarse. Para hacer esta transición, el arte debe emplearse más bien para aliviar la mente sobrecargada de emociones. De lo ilógico surge mucho bien. Está tan firmemente arraigada en las pasiones, en el lenguaje, en el arte, en la religión y, en general, en todo lo que da valor a la vida. Sólo los ingenuos pueden creer que la naturaleza del hombre puede transformarse en puramente lógica. Todavía tenemos que aprender que los demás pueden sufrir, y esto nunca se aprende del todo.