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Cuando la argumentación del filósofo se vuelve tediosa, complicada y opaca, suele ser señal de que intenta demostrar como verdadero para el intelecto lo que es claramente falso para el sentido común.
Cuando la argumentación del filósofo se vuelve tediosa, complicada y opaca, suele ser señal de que intenta demostrar como verdadero para el intelecto lo que es claramente falso para el sentido común.