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El ser humano nunca piensa por sí mismo. En su mayor parte, los miembros de nuestra especie se limitan a repetir lo que se les dice, y se alteran si se les expone a un punto de vista diferente. El rasgo humano característico no es la conciencia, sino la conformidad. Somos conformistas obstinados y autodestructivos. Cualquier otra visión de nuestra especie no es más que un delirio autocomplaciente.