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De los muchos olores de Atenas, dos me parecen los más característicos: el del ajo, atrevido y mortal como el gas acetileno, y el del polvo, suave y cálido y acariciador como el tweed.
De los muchos olores de Atenas, dos me parecen los más característicos: el del ajo, atrevido y mortal como el gas acetileno, y el del polvo, suave y cálido y acariciador como el tweed.