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La primavera es la estación de la alegría, y el invierno del terror; en primavera, el corazón de la tranquilidad baila al son de la melodía de las arboledas, y el ojo de la benevolencia centellea ante la visión de la felicidad y la abundancia; en invierno, la compasión se derrite ante la calamidad universal, y la lágrima de la suavidad brota ante los lamentos del hambre y los gritos de la creación en pena...