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En la vejez nuestros cuerpos son instrumentos gastados, con los que el alma intenta en vano tocar las melodías de la juventud. Pero que el instrumento haya perdido sus cuerdas, o esté desafinado, no significa que el músico haya perdido su habilidad.
En la vejez nuestros cuerpos son instrumentos gastados, con los que el alma intenta en vano tocar las melodías de la juventud. Pero que el instrumento haya perdido sus cuerdas, o esté desafinado, no significa que el músico haya perdido su habilidad.