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  • En la vejez nuestros cuerpos son instrumentos gastados, con los que el alma intenta en vano tocar las melodías de la juventud. Pero que el instrumento haya perdido sus cuerdas, o esté desafinado, no significa que el músico haya perdido su habilidad.

    Henry Wadsworth Longfellow (1888). “Longfellow's Days: The Longfellow Prose Birthday Book : Extracts from the Journals and Letters of H. W. Longfellow”