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A eso se ha reducido la democracia estadounidense en estos ayuntamientos: ancianos y locos por las armas, una combinación terrible. Oí a alguien gritar "¡AK-47!" y una señora gritó "¡Bingo!".
A eso se ha reducido la democracia estadounidense en estos ayuntamientos: ancianos y locos por las armas, una combinación terrible. Oí a alguien gritar "¡AK-47!" y una señora gritó "¡Bingo!".