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  • La gran paradoja del determinismo y el libre albedrío, que ha atraído la atención de los filósofos y psicólogos más sabios durante generaciones, puede formularse en términos más biológicos de la siguiente manera: Si nuestros genes se heredan y nuestro entorno es una sucesión de acontecimientos físicos que se pusieron en marcha antes de que naciéramos, ¿cómo puede haber un agente verdaderamente independiente dentro del cerebro? El propio agente se crea por la interacción de los genes y el entorno. Parece que nuestra libertad no es más que un autoengaño.