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Para cada uno de vosotros, como para los apóstoles, el encuentro con el Maestro divino que os llama amigos puede ser el comienzo de una empresa extraordinaria: la de convertiros en apóstoles entre vuestros contemporáneos para llevarles a vivir su propia experiencia de amistad con Dios, hecho Hombre, con Dios que se ha hecho mi amigo.