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La experiencia de los obispos [africanos] es que la propia evangelización debe ser lo primero, que el Dios de Jesucristo debe ser conocido, creído y amado, y que los corazones deben convertirse si se quiere avanzar en las cuestiones sociales y comenzar la reconciliación, y si -por ejemplo- se quiere combatir el SIDA afrontando con realismo sus causas más profundas y se quiere dar a los enfermos la atención amorosa que necesitan. Las cuestiones sociales y el Evangelio son inseparables.