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Pienso, en particular, en nuestra necesidad de hablar al corazón de los jóvenes, que, a pesar de su constante exposición a mensajes contrarios al Evangelio, siguen teniendo sed de autenticidad, de bondad y de verdad. Queda mucho por hacer, sobre todo a nivel de la predicación y de la catequesis en las parroquias y en las escuelas, si queremos que la nueva evangelización dé frutos para la renovación de la vida eclesial en América.