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  • La fecundidad apostólica y misionera no se debe principalmente a programas y métodos pastorales hábilmente elaborados y "eficaces", sino que es fruto de la oración constante de la comunidad (cf. "Evangelii Nuntiandi", 75). Además, para que la misión sea eficaz, las comunidades deben estar unidas, es decir, deben tener "un solo corazón y una sola alma" (cf. Hch 4, 32), y deben estar dispuestas a dar testimonio del amor y la alegría que el Espíritu Santo infunde en los corazones de los fieles (cf. Hch 4, 32).