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Un hombre realmente sabio es femenino, receptivo, pasivo. Por eso Buda parece tan femenino. Esa cualidad de pasividad, esa cualidad de receptividad... No es más que un receptáculo. Refleja la vida: permite que la vida se refleje en él, que se refleje a través de él. Canta la canción que la existencia quiere cantar a través de él. No tiene ideas propias, no obstaculiza.