-
Cada uno de nosotros vive dentro del universo -la prisión- de su propio cerebro. Desde él se proyectan millones de frágiles fibras nerviosas sensoriales, en grupos adaptados de forma única para muestrear los estados energéticos del mundo que nos rodea: calor, luz, fuerza y composición química. Eso es todo lo que sabemos de él directamente; todo lo demás son inferencias lógicas.