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Nuestro progreso como nación no puede ser más rápido que nuestro progreso en educación. Nuestros requisitos para el liderazgo mundial, nuestras esperanzas de crecimiento económico y las exigencias de la propia ciudadanía en una época como ésta requieren el máximo desarrollo de la capacidad de cada joven estadounidense. La mente humana es nuestro recurso fundamental.