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Es un día bochornoso; el sol se ha bebido
el rocío de la hierba matinal;
No hay susurro en el alto olmo
Que cubre mi morada, y su sombra
apenas me refresca. Todo está en silencio, salvo el débil
e interrumpido murmullo de la abeja,
posándose en las flores enfermas,
y de nuevo al vuelo.