-
Durante 42 años formé parte del consejo de administración del mayor seminario presbiteriano, el Seminario Teológico de Princeton, y contábamos con personas brillantes -tanto profesores como estudiantes-, pero no se les ocurrían muchos conceptos nuevos. No se les invitaba a proponer nuevos conceptos. Cualquiera que hubiera propuesto un nuevo concepto habría sido sospechoso de no estar en consonancia con la tradición o con las enseñanzas de la Iglesia.