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Nos enfrentamos al destino, como los niños se enfrentan al muro de la casa de su padre, y hacen muescas en su estatura de año en año. Pero cuando el niño se hace hombre, y es dueño de la casa, derriba ese muro y lo construye nuevo y más grande.
Nos enfrentamos al destino, como los niños se enfrentan al muro de la casa de su padre, y hacen muescas en su estatura de año en año. Pero cuando el niño se hace hombre, y es dueño de la casa, derriba ese muro y lo construye nuevo y más grande.