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Y puedo ver que todo acerca de este Dios ha sido diseñado a propósito para envenenar nuestra experiencia de la vida en la tierra, no para mejorarla, para mantenernos temerosos, para suprimir el conocimiento, para restringir la libertad y la creatividad, y para celebrar la muerte. No es ni más ni menos que el embrutecimiento santificado de la raza humana. Y exigir respeto por ello es francamente un insulto que merece ser devuelto con considerables intereses.