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No importa lo vasto o modesto que sea tu conocimiento, es tu propia mente la que tiene que adquirirlo. Sólo puedes tratar con tu propio conocimiento. Sólo puedes afirmar que posees tus propios conocimientos o pedir a los demás que los tengan en cuenta. Tu mente es tu único juez de la verdad - y si otros disienten de tu veredicto, la realidad es el tribunal de apelación final. Nada más que la mente de un hombre puede llevar a cabo ese complejo, delicado y crucial proceso de identificación que es el pensamiento. Nada puede dirigir el proceso salvo su propio juicio. Nada puede dirigir su juicio salvo su integridad moral.