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La historia tendrá que registrar que la mayor tragedia de este periodo de transición social no fue el estridente clamor de la gente mala, sino el espantoso silencio de la gente buena. La injusticia en cualquier lugar es una amenaza para la justicia en todas partes. Estamos atrapados en una red ineludible de reciprocidad, atados en una sola prenda del destino. Lo que afecta a uno directamente, afecta a todos indirectamente. Quien acepta pasivamente el mal está tan implicado en él como quien ayuda a perpetrarlo. Quien acepta el mal sin protestar contra él, en realidad coopera con él.